Antonio Marín (Granada, 20 de Mayo de 1988)
Fotógrafo profesional, Formador y Creador de contenidos audiovisuales.
Arquitecto por la universidad de Granada, descubrí desde pequeño mi necesidad de comunicarme con el mundo y expresar mis pensamientos y emociones a través de cualquier herramienta. Desde que tengo recuerdos siempre he escrito relatos, poemas, artículos y crónicas, buscando esa vía que me permitiera conectar lo interior y lo exterior, establecer un mensaje que aportara un valor constructivo y positivo. Hablarle al mundo y dejar que el mundo me hablara.
Un día a los dieciséis años mis padres me pidieron que les hiciera una foto con su cámara, y la pusieron en mis manos. En aquel momento ese instinto natural oculto que todos tenemos cobró vida y de manera innata empecé a buscar la mejor composición y encuadre para la foto. Me guié por el instinto que fluía y hablaba desde mi interior. No quería tomar una fotografía cualquiera. Quería capturar la visión y la percepción subjetiva que yo tenía de ese momento. No solo congelar una escena sino aportarle un valor creativo y emocional. Aquello me fascinó. Fue entonces cuando descubrí con cristalina clarividencia que la fotografía era mi herramienta para expresarme y comunicarme con el mundo.
Estudiar Fotografía y Arquitectura de manera paralela me ha aportado un conocimiento completo sobre la luz, el color, el proceso creativo, la composición y la espacialidad. Así descubrí la conciliación perfecta de lo que entiendo como las dos mitades necesarias para todo: la ciencia y el arte, el rigor metódico y la sensibilidad creativa, la exactitud matemática y la libertad emocional. A lo largo de este viaje en paralelo entre fotografía y arquitectura fui construyendo mi propio significado del proceso creativo como una realidad transversal. Y de esta base, entendiendo el conocimiento como un viaje transversal, diseñé el método docente que pongo en práctica en mis cursos, talleres y conferencias. El concierto para flauta y arpa de Mozart KV299 puede transportarte mentalmente a la cúpula de Brunelleschi en Santa Maria del Fiore, sugerirte una rima de Bécquer, recordarte una textura de tu rincón favorito de Nueva York, y de la conjunción de ese viaje creativo poder elaborar una idea para tu próxima fotografía.
De esta manera, entiendo la fotografía y la enseñanza, y en general todo lo que desarrollo, como esa suma de dos virtudes: La perfección meticulosa basada en el profundo conocimiento científico, teórico y práctico, y la aplicación de la creatividad más absoluta y libre apoyada en la sensibilidad, el arte y los valores humanos.